La mayoría de los casi 100 comerciantes que trabajan en el mercado nocturno de Queens tienen antecedentes como refugiados.
Cuando Sokhita Sok decidió vender su comida favorita de Camboya (un platillo con curry que se sirve en hoja de plátano y se conoce como amok de pescado) en un mercado nocturno en Nueva York, su familia sugirió que atenuara los sabores para las personas que son menos atrevidas. Sokhita Sok no estuvo de acuerdo, así que utilizó ajo, hierba de limón y salsa de pescado a toda potencia. El éxito fue rotundo.
“Me gusta lo tradicional”, comentó Sok, quien llegó de Camboya a Estados Unidos en 2008. Su tía abuela, a quien Sok ve como su propia abuela, llegó como refugiada en la década de 1980. “Me gusta cómo lo cocinaban mi mamá y mi abuela”.
Este verano, Sok es una de casi 100 comerciantes en el mercado nocturno de Queens, un bazar de comida al aire libre al que cada fin de semana, desde abril hasta octubre, acuden miles de personas para divertirse y degustar platillos de distintas partes del mundo. El mercado fue creado hace siete años por John Wang, un antiguo abogado corporativo proveniente de Texas que radica en Nueva York. Su inspiración vino de las visitas que él y su familia hacían, cuando él era pequeño, a los mercados nocturnos de Taiwán. Su intención era vender una gran cantidad de comida a bajo costo, así como crear un espacio donde convergieran personas de distintos poderes adquisitivos.
A pesar de que la inflación ha llegado a niveles sin precedentes, el mercado ha mantenido el precio base de $5 o $6 dólares (USD) por artículo. Sin embargo, no ha sido sencillo. Por ejemplo, aunque han aumentado los costos operativos del mercado, John indicó que no ha incrementado las cuotas que deben pagar los comerciantes.
“Mi objetivo era crear un espacio comunitario en Nueva York que fuera verdaderamente asequible, acogedor y diverso”, señaló John. “Si tu idea es que tu espacio dé la bienvenida en Nueva York, será mejor que también sea un espacio asequible”.
En el mercado se venden alimentos de 90 países distintos. Muchas de las recetas y de las historias de quienes las preparan figuran en el recetario titulado “El mundo come aquí” (The World Eats Here) (The Experiment, mayo de 2020), que fue escrito por John Wang y Storm Garner, quien es artista y también esposa de John desde 2019. En la introducción del libro se explica que, salvo contadas excepciones, en el mercado “Simplemente insistimos en que la comida que vende cada comerciante tenga cierta relevancia con respecto a su patrimonio cultural y sus antecedentes personales”.
- Quienes asisten al mercado nocturno de Queens tienen opciones de entretenimiento y pueden degustar comida de 90 países distintos. © Sharon Medina/Queens Night Market
Entre los comerciantes del mercado hay muchas personas refugiadas y migrantes – incluidos sus hijos – que desean preparar la comida que extrañan o que estuvo presente en su infancia. Los platillos que aparecen en el recetario del mercado incluyen tamales salvadoreños de pollo; guiso frito con especias (de Nigeria); y una receta de dulce de halva persa y azafrán, que fue perfeccionada por un chef cuya familia salió de Irán durante la Revolución Islámica.
- Ver también: La cocina, como cimientos de una nueva vida
Como un gesto de apoyo hacia los comerciantes con antecedentes como refugiados, el mercado nocturno de Queens se asoció con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, durante un fin de semana a principios del verano, en el marco del Día Mundial del Refugiado, que se conmemora en junio. Docenas de comerciantes del mercado nocturno de Queens se comprometieron a donar una parte de sus ventas a ACNUR, y los comensales tenían la opción de donar $5 dólares (USD) adicionales al ingresar. El evento recaudó más de $13.000 dólares (USD) para ACNUR.
Sam Ilyayev, su madre y su padre llegaron a Nueva York de Tashkent, Uzbekistán, en 1989, cuando Sam tenía apenas tres años. Sam y su familia hacen parte de las miles de personas de la antigua Unión Soviética – la mayoría, de origen judío o armenio – a quienes Estados Unidos reconoció como refugiadas poco antes de la caída de la Unión Soviética. Cuando la familia llegó a Estados Unidos, el padre de Sam, David, administraba los carros de hotdogs que le había traspasado su hermano, quien ya vivía en Nueva York. Sam recuerda que se sentaba en la parte trasera del vehículo cuando su padre conducía por Queens entregando hot dogs a otros comerciantes.
Por su parte, Natasha, la esposa de Sam, llegó a Estados Unidos de Ucrania, en 2006. En una de sus primeras citas, la pareja cocinó para comparar recetas de blintz. Aunque encontraron similitudes, la receta de Sam tenía más sabor. Ahora, venden “blintzes de Ucrania” – con un toque uzbeco de la madre y la abuela de Sam – en el mercado nocturno y en su restaurante, Blintz Box. La receta que figura en el libro “El mundo come aquí” incluye un relleno cremoso de champiñones.
“Considerando lo que John tenía en mente, sin duda nos correspondía estar aquí”, comentó Sam. “Nueva York siempre se ha caracterizado por la diversidad. Creo que nos va bastante bien gracias a ella”.