Hace 70 años, el 5 de marzo de 1953, murió Joseph Stalin, un sangriento dictador del Kremlin que temía perder el poder y buscaba destruir a los ucranianos como Putin.
Analizando los planes agresivos y el comportamiento del agresor, se puede argumentar que las prácticas del estalinismo se han convertido en un libro de texto para Putin: censura total, propaganda agresiva, masacres brutales de disidentes y el culto al miedo entre subordinados. Tanto Putin como Stalin son mórbidamente paranoicos: la pérdida de poder personal es su miedo más profundo.
Los crímenes de guerra cometidos por los rusos durante la agresión contra Ucrania demostraron que Putin está copiando persistentemente a Stalin en su búsqueda del genocidio de la nación ucraniana.
La muerte de Stalin y los hechos que la condujeron en Moscú también dan un esbozo de la comprensión de lo que le puede pasar a Rusia tras la derrota militar y la desaparición de Putin. La lucha por el poder, el descrédito del culto a la personalidad del líder, un breve momento del llamado “deshielo”, y luego una nueva etapa de represión y agresión.
Por lo tanto, para una paz duradera en Europa después de la victoria sobre la Rusia agresiva, la tarea clave para Ucrania y el mundo civilizado debería ser la destrucción final de la formación Stalin-Putin, y no el movimiento de literas en la prisión de las naciones.